En un artículo anterior os contaba mi visión sobre el bloqueo creativo y consejos para atravesarlo de la mejor manera posible. Una de esas formas es nutriendo nuestra creatividad, o como dice Julia Cameron en su libro “El camino del artista”, teniendo citas con nuestro artista interior. Sí, si, citas, como lo oyes! Siendo totalmente honesta, a mí al principio me parecía algo un poco absurdo, supongo que una parte de mi se negaba a hacer este tipo de cosas por miedo a conectar conmigo misma y todo lo que ello conllevaría. Pero conforme lo fui haciendo me di cuenta del impacto tan grande que tenía en mi creatividad.
Qué significa nutrir nuestra creatividad
Para nutrir nuestra creatividad no es necesario hacer cosas relacionadas con el mundo del arte, va mucho más allá de eso. Se trata de crear espacios en nuestro día a día para hacer esas determinadas cosas que sentimos que nos conectan con nosotros mismos al mismo tiempo que nos alimentan creativamente, que nos expanden el corazón y la mente y que, en definitiva, nos abren al mundo.
Necesitamos estar conectados con nuestro interior y al mismo tiempo receptivos para que suceda la magia y así, la tan esperada inspiración haga acto de presencia. Creo firmemente que la inspiración no se encuentra, la inspiración te busca a ti y te encuentra cuando estás abierto a ella. Así que sólo tenemos que ocuparnos de hacer nuestra parte y dejar lo demás en manos del mundo de las ideas.
Hablaré de mi experiencia. Para mí, nutrir la creatividad va íntimamente ligado a permitirme ser, concretamente a permitirle ser a mi niña interior. Creo que si nutres tu niña interior, si la cuidas, si la atiendes, la creatividad no necesitará de más para estar presente en tu día a día. Al fin y al cabo si pensamos en los niños podemos comprobar son creativos por naturaleza y no tienen que esforzarse por serlos. Por qué es así? Por qué esto cambia a medida que vamos creciendo?
Por qué nos desconectamos de nuestra creatividad
Según como lo veo yo es muy fácil de entender. Cuando somos niños, somos libres. Aún no tenemos las imposiciones y las normas de la sociedad sobre nuestros hombros, aún no hemos reprimido parte de quien verdaderamente somos, no vemos que haya nada de malo en expresarnos y lo hacemos sin ningún tipo de restricción.
En definitiva, cuando somos niñas estamos conectadas nuestro poder, creernos que podremos hacer aquello que queramos. Sin embargo, a medida que vamos creciendo, nuestro entorno, la sociedad, el dolor que vamos experimentando, nos limita, nos reprime y nos hace enfocarnos más en lo que no podemos, no debemos y no seremos capaz de hacer. Y así, poco a poco nos volvemos adultas con niñas olvidadas y no atendidas en nuestro interior. Adultas que dejan de imaginar y de soñar. Adultas rígidas y perfeccionistas amargadas por seguir unas normas sociales que van en contra de nuestros más profundos anhelos. Al desconectarnos de nuestra niña interior automáticamente nos desconectamos de nuestra capacidad creativa, y de ahí surge esa falsa creencia de que unas personas son creativas y otras no. Todos somos creativos! Y según estemos conectadas con nuestra niña interior esa creatividad estará más o menos presente en nuestras vidas.
Cómo conectar con nuestra niña interior
Las formas de conectar con la niña interior son tan diversas y tan personales que no me atrevería a hacer una especie de listado, porque lo que realmente se necesita es dejar de seguir directrices externas y comenzar a escucharnos más a nosotras mismas y hacer las cosas a nuestra manera. Lo que sí puedo hacer es compartirte cómo hago yo para conectar con mi niña: la niña que fui, la niña que aún vive en mí. Es tan sencillo y tan difícilmente al mismo tiempo como reservar espacios para el disfrute, el juego y la experimentación, pero también para la escucha, la atención y la expresión.
A veces se trata de cosas tan sencillas como tomarme una taza de mi té favorito, disfrutar de una bonita lectura, dar un paseo, comer una comida rica, ver alguna peli con la que conecto muchísimo, hacer una receta nueva, disfrutar de la presencia de los dos conejitos que viven conmigo, aprender algo nuevo…
Otras veces es algo más complejo y profundo como permitirme hacer lo que verdaderamente deseo en vez de lo que se supone que debo de hacer, o expresar como me siento aunque pueda parecer demasiado sensible o infantil, incluso compartir mis ideas a pesar de tener miedo de lo que otros puedan pensar.
En otras ocasiones se trata más de jugar, ya sea jugando literalmente a videojuegos o juegos de mesa, o fotografiando sin expectativas, solo por el placer de hacer fotos, o bailando de forma espontánea… Además, en mi caso, como me encanta la fotografía, ver fotografías de otros artistas y cómo trabajan en ellas, experimentar, probar técnicas que desconozco, también me conectan con mi niña interior.
En resumidas cuentas, para conectar con nuestra niña interior no es necesario hacer grandes cosas, al contrario, son precisamente con las pequeñas cosas que nos han enseñado que no son importantes y que muchas veces pensamos que nos hacen perder tiempo, con las que podemos conectar, abrazar y atender a ese niño que en algún momento dejamos abandonado.
Muchas gracias por leerme!
Un abrazo,
Jessica.